En la primera guerra mundial muchos
pilotos perdían segundos vitales durante combate al tratar de distinguir si el
avión que se aproximaba era del bando propio o del enemigo. En respuesta a ello
se ideó el llamado "método taquitoscópico", que consistía en mostrar
aviones en una pantalla durante pocos segundos para adiestrar a los pilotos a
distinguirlos. Gradualmente se aumentaba la cantidad de imágenes que se
proyectaban cada vez y se reducía el tiempo de exposición.
La historia de la lectura veloz prosiguió
con los cursos de lectura rápida
La idea fue usada por los primeros investigadores, proyectando cada vez más palabras en una pantalla y reduciendo progresivamente el tiempo de exposición.
La idea fue usada por los primeros investigadores, proyectando cada vez más palabras en una pantalla y reduciendo progresivamente el tiempo de exposición.
Sin embargo, las personas regresaban a
su velocidad de lectura habitual, ya que en realidad no habían desarrollado
nuevas destrezas lectoras. La mejoría en los soldados que emplearon el método
taquitoscópico se debió a una
motivación específica.
motivación específica.
Tiempo después, en los años sesenta, se
descubrió que con un entrenamiento adecuado los ojos aprenden a moverse más
rápido, con lo cual aumenta la cantidad de palabras que es posible decodificar
cada minuto.
La historia de la lectura veloz
continúa, porque son muy pocos los lectores veloces. Los sistemas formales de
educación no aceptan el método bajo el supuesto de que si se lee con rapidez se
rebaja la comprensión y la retención.
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