El nivel de lectura predice el riesgo de mortalidad La capacidad de comprender información médica básica augura la probabilidad de fallecer, sobre todo de cáncer y corazón
El estudio que publica esta semana la revista 'Archives of Internal Medicine' culpa de esta diferencia a la capacidad de comprensión lectora. Es decir, a la habilidad para leer, procesar y entender información básica sobre la salud y sobre los servicios sanitarios necesarios para tomar decisiones acertadas en este ámbito. Es lo que se denomina nivel de alfabetización en salud.
Con el fin de determinar su influencia, los autores entrevistaron a más de 3.000 pacientes mayores de 65 años en cuatro ciudades de EEUU en el año 1997. A todos se les interrogó sobre cuestiones demográficas y sobre su salud y se chequeó su nivel de comprensión lectora mediante diversos test. En función de la puntación obtenida, se establecieron tres rangos de alfabetización: el 64% de los participantes tenía un nivel adecuado, el 11%, uno marginal y el del 24,5% era inadecuado. Durante los seis años siguientes se registraron las muertes acaecidas en el grupo. Un total de 815 personas (el 25%) fallecieron en ese periodo. Los investigadores pudieron entonces comprobar que los óbitos castigaron en mayor medida a los menos alfabetizados en salud (39%) respecto a aquellos con cierto nivel educativo (28%) y a los más instruidos (19%).
Para evitar confusiones, se descartaron otros factores que pueden influir en la disparidad de estas cifras, como los demográficos, el estatus socioeconómico y los hábitos de salud. Las diferencias se mantuvieron. El impacto del nivel de alfabetización fue especialmente llamativo en el caso de las muertes por causa cardiovascular y, aunque en menor medida, también en las de origen tumoral.
Peor autocuidado
Los autores constataron que los años de permanencia en el colegio se asocian de forma débil a la probabilidad de fallecer en la población de edad avanzada. Según afirman, este dato no es útil para medir de forma precisa los logros educativos, ya que muchos individuos hacen progresos fuera del sistema. Además, es problemático usarlo en personas mayores porque no tiene en cuenta el aprendizaje a lo largo de la vida ni los posibles déficit que puede sufrir la capacidad lectora con los años.La fluidez en la lectura es, para los investigadores, un predictor mucho más potente. Una alfabetización deficiente se asocia a un menor conocimiento de la enfermedad crónica y a un peor autocuidado en pacientes hipertensos, diabéticos, asmáticos y afectados de insuficiencia cardiaca. También a un uso inferior de los programas de vacunación y de los chequeos preventivos contra el cáncer.
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